Saturday, June 25, 2005

El stemma de tus ojos celestes

San Miguel, 2005
Y me he quedado...aterrada de esa tu naturaleza silogística, tu capacidad reductiva que obligaba a aceptar tus conclusiones como si fuesen verdaderas
Descubrías cada mañana la concisión y la comodidad de reducirlo todo a tres proposiciones que por ser siempre falsas encontraban la verdad de su conclusión también falsesca. Parecía como si nunca te sobrecogiera la duda, el miedo al error de una conclusión humillante, inhumana. Dabas por válida tu respuesta como única verdad infalible a tu recensio matutina, postulada siempre bajo una sonrisa irónica que quería parecer irrefutable. Era verte siempre cada martes y jueves sometiendo los textos a una enmendatio incontestable, maliciosamente brillante, argumentativamente plausible, y los otros días un tanto más de aquello y de lo otro fustigando mis ojos. Y desde ese lado amable que he sido te admiraba y te perdonaba es cierto, debes saberlo. Había algo en tus ojos celestes estremecidos por la tarea de una collatio interminable en la que volcabas un lenguaje avasallador que me sobrecogía, me permitía admirar tu ingenio y tu secreto también oculto, entristecido por ese teatro que construías, quién sabe, como única tarea que le diera sentido a tu vida en nuestra escuela. Y sí, allí estaba yo, como parte de tu público, admirando tus palabras, compartiendo y debatiéndome con tu lenguaje oculto, tu plurisemia hiriente, tus guiños irónicos mientras destejías el entramado de un texto y destruías a Guamán Poma de Ayala, inútil indio ante tus ojos, inválida su verdad, su palabra, su crónica sin sentido verdadero ante tu mirada examinadora que me lanzaba a mí la destrucción completa de una vida que sólo tu analogabas con la mía.
Me pregunto ¿qué ganabas con aquella seguridad conque aludías a verdades encontradas en tus lecciones equipolentes?¿ a qué venía la insistencia de la destrucción constante, la palabra hiriente? Tu categoría de ser lógicamente correcto, crítico experto de las verdades de esos otros a los que tratas como textos, tu autoridad ensalzada en la aseveración abominable de la verdad oficial que flagela una voz que no es la suya aún me asusta.
Me lastima tanta hybris en tus ojos celestes mirando los míos ¿qué esconden? ¿por qué reducen la vida a un par de premisas para concluir descarnado en un stemma que no es sino la infamia de tus excesos sobre una inteligencia ausente que se ha escapado del aula porque ahora solo aspira al recreo que aguarda la vida en las afueras del claustro. Habías reducido fríamente la página ¿no te avergüenza? ¿por qué ahora te detienes? ¿por qué cambias tu discurso? ¿pretendes que olvide el dolor que aún me causa tu espacio después de tantos y tantos meses y años de voltear el rostro 777 veces 7 para escucharte? ¿no tienes ni una mínima vergüenza de cada una de esas tantas jornadas abominables a las que la has sometido, alguna poca de conciencia clara que te motive a la disculpa??
En mi recuerdo aún sigues embarrando los ojos de aquella. Pero allí me tienes, con mi rechazo afectivo a tu persona contradicho con la admiración apasionada con que responden mis ojos a los tuyos. Sé que algo escondes y siento pena, te descubro humano en la bruma que arrastras en tu paso militar cuando caminas solo y te quedas sin público, sin niños, sin escuela, caminando aprisa hacía tu oficina silenciosa y sin gente. Imagino que entonces no te cansas de ir revolviendo con tus manos mis escritos para encontrar el stemma conclusivo que te permita encontrar el arquetipo perdido de mis penas.
¿Será que al conocerme te has dado cuenta del absurdo de tus premisas?, ¿no te sobrecoge nunca el remordimiento de lo que has hecho??, la limitación que también habita en tus ojos ciegos para verme. No te has dado cuenta que tan peligroso resulta actuar así, impulsar hacía la muerte a una niña abrumada por el recuerdo de ese mar que aún ansia. La has empobrecido tanto, tanto, desnaturalizado su tristeza con tu palabra cruel y ¿¿¿ni siquiera una disculpa??? ¿Crees acaso que ella camina como antes? Le has robado su sonrisa, ¿no te avergüenza?
Eres hábil, es cierto. Sí, tu sabes hablar. La capacidad de tu dialéctica también abruma mis ojos cuando construye con argucia maliciosa la interpretación de un mundo que sólo a ti te recrea. Es difícil comprender y responderle al silencio...y que hay de la ofensa silenciosa en la que me has sumergido como tácito sujeto de un juego aberrante, inhumano, que sólo tú me has descubierto ¿Ha pasado el tiempo verdad?... ¿Será que te han otorgado lo necesario para que empezaras a comprenderla, para intuir a aquella?
La he visto caminar sin detenerse, intentar alcanzar en una melodía la belleza de los ojos ausentes de aquel a quien ama. Ella sigue allá, obligadola has a permanecer eternamente enclavada en el Albinoni que remece su alma con su adagio en un Sol menor que tanto se le parece.

Pando, viernes 3 de diciembre 2005

Friday, June 03, 2005

Pando, Junio 2005

Para ti Carlos, porque dejabas que mi pensamiento
descanse en la comprensión de tus ojos
sin necesidad de palabras


Si después de tanto silencio quedara sólo conmigo
tu mirada desnuda acariciando mi alma
Si un abrazo blando oportuno
recorriera sin temor mi abrazo infante
no importarían las palabras
ni el dolor
ni el desorden en los pasos tuyos
ni ambicionar perfección en la torpeza
e ignorancia de los míos
La felicidad completa en tu presencia sería entonces
a pesar del daño en la demora y la espera vana
Si destrozaras de una vez lo que comprendo con tardanza
Si el riesgo de un abrazo tuyo aprendiera a amar con ternura lo que hay en mi de llanto
ahora que hay respuesta en lo que busco
La vida sería suficiente
me bastaría la presencia de tus ojos
porque no es posible para mi renuncia alguna si tú existes

Vanessa

Junio, 2005
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El silencio comprensivo que me acompañaba era suficiente entonces, posible la vida y salvadora también las tardes compartidas, aún las miradas que asienten cuando han comprendido pero no atinan a decir más nada, sólo callar. La mudez ha sido tantas veces más real y tantas veces más alentadora que el amor en las palabras que un otro me regala y luego muda sus sentidos, que he aprendido a valorar esas tardes silenciosas, aún cuando ahora tantas cosas hayan cambiado tanto.
Estarás siempre en mi corazón bipartito y vos lo sabes, a pesar de las distancias y todas aquellas cosas no dichas pero comprendidas. Necesito despedirme, como se despide tu recorrido por mi casa asentada frente a ese mar que tanto me llama. Ojalá no quede duda que perdurarán siempre todas esas tardes, y aún las noches cuando no exista más la ciudad y yo haya quedado completamente sola pues el recuerdo hará posible mi camino; quedará tu complicidad en mis desencuentros descorazonados y en ese amor que nunca encuentra piso porque exige demasiado de la vida. Todo seguirá conmigo a pesar de las despedidas que cuestan tanto cuando no se ha aprendido a dejar ir; quedará también esa huella de tu mano extendida una vez para sostener la mía que asida a ese vacío tantas veces mío, y el recuerdo hermoso de tu presencia cuando apenabas llegaba la timidez de aquel niño que ha remecido tanto lo que soy y aún toda la promesa encerrada en el futuro incierto de lo que no he sido.

21 de octubre, 2005