Monday, October 30, 2006

Music of the nigth



Hace varios años atrás recibí una de las lecciones de mi vida cuando me "burlaba" o mas bien tomaba con poca seriedad la existencia de los gramófonos y otros viejos aparatos (como los que se usan para escuchar discos de vinilo). El hermano de una antigua amiga, en cuya casa estaba de visita por algún trabajo de grupo, acababa de regresar de Quilca o algo así y de hecho cargaba consigo varios viejos discos de vinilo y un aparatito en el cual se empecinaba hacerme escuchar una vieja área de alguna canción que no recuerdo; seguramente alguna ópera a la que no le presté demasiada atención y cuyo título recuerdo menos. Tanto él como su hermana solían tener una memoria sorprendente, a lo Funes de Borges (que yo admiraba y por la cual guardaba una sana envidia), de modo que prefiero no inventarme las cosas que he olvidado por temor a la correción que seguramente sería igual de sorprendente si algún día el personaje de mi anécdota llegara a recordarla y a reconocerse como tal en este post, sea cual sea la razón casual que lo trajese por aquí.
Yo, muy jovencita y bastante incauta con los comentarios, despreocupada en lo absoluto por el efecto que pudiesen producir mis palabras o las palabras en general (dichas por mí persona, aclaro, de un modo bastante ingenuo) me mandé con lo que aquél chico tomo como "burla" al hablar sobre la nula nitidez del sonido del aparato en cuestión y mi preferencia por los equipos de alta fidelidad en los cuales escuchar algún buen CD (por esa época había una propaganda de TV que hablaba sobre la alta fidelidad de los Equipos Pionner y yo hacía eco de ese asunto comercial, bastante despreocupada). Al parecer, el afán con que aquél muchacho deseaba mostrarme sus grandes conocimientos de la música clásica y su alta sensibilidad por la música fueron a rodar por el suelo y se mostró enojado, tal vez atacado. Consecuencia: respondió con unas palabras y razonamientos que me parecieron inteligentes/sublimes en parte y los traigo a colación a propósito del video y la canción que acabo de colgar. (En este momento véase el video)...

(¿Terminó de escuchar la canción y ver los defectos de origen del video? Ok, puede continuar leyendo).

Lamentablemente no recuerdo con precisión cuáles fueron las palabras que pronunció con exactitud, no podría inventármelas ahora ni a modo de crónica de nada, pero consistían en algo como esto:
"Querida Vanessa, tu comentario es atroz y se parece al de los ignorantes masmediáticos empecinados en captar la "alta fidelidad de los equipos de sonido" sin tomar en cuenta todo el gran milagro que significa que ya una canción o pieza musical cualquiera pueda perdurar por medio de cualquier material auxiliar y llegar hasta nosotros pasados muchos años; que pueda, por ejemplo, permitir que tú ahora en este preciso momento escuches la bella música que desea ser oída por ti y tengas el también gran privilegio de escucharla ahora "con tus propios oídos", cuando en realidad fue una canción producida en un único tiempo pasado, históricamente irrepetible y finito. Tu interés por la "alta fidelidad del sonido" resulta en ese sentido completamente absurdo y ridículo".
Como se supondrá, su razonamiento fue devastador para la ingenuidad conque yo realizaba mi comentario. Acababa apenas de ser cachimba en la Católica y ya me estaban dando lecciones fuera de clase sobre el modo de medir las palabras y realizar comentarios prudentes sobre lo que sea. Se podrían hacer mil conjeturas sobre las distintas emociones y también la tremenda rabia que me provocó con su mordaz razonamiento que apelando a la sensibilidad musical mía me dejaba desarmada y sin argumentos para el contraataque. De hecho, bastaría decir que en esa época yo ni siquiera sabía que se podía contraargumentar y decir cualquier cosa que me pudiera dejar bien parada durante ese asunto así yo me estuviese equivocando garrafalmente y él tuviese la más absoluta razón.
Respondí alguna cosa tonta mientras mi cara se sonrojaba con rapidez creciente y me empeciné en no demostrarle que había captado y que "igual me llegaba altamente el "aparatito ese". Sin embargo, mi sensibilidad herida no dejó de asombrarse con las palabras aquellas. De hecho las suyas fueron mejores y más fuertes y más todo, y encima ya suavizado él por mi obvia vergüenza siguió a continuación con todo un rollo que me parecía filosófico y hermoso mientras hablaba acerca de la lentitud y la milagrosa pausa de la antigüedad de los gramófonos y cualquier aparato que toque discos de vinilo, además de otras cosas más. (El tipo en cuestión escribía poesía y estudiaba literatura conque tenía de donde coger frente a la cachimba que yo era. Conque lo que dijo exactamente se los dejo a la imaginación).
Mmmm, en este preciso momento de mi relato lamento horriblemente no haber tenido una videograbadora para grabar esa lección de mi vida y ahora mismo un lapicero en mano para pedirle a modo de la Mafalda de Quino: "Me da su autógrafo por favor". Eeeeen fin... así es la vida y una no sabe que cosas se llegarán a recordar más imperecederamente en la memoria, así algún recuerdo nos deje tan mal parados como entonces a mí :S
El caso es que esa tarde-noche tuve dos lecciones. La primera, que las palabras y en general el lenguaje era un mundo extraordinariamente complejo, y que bien manejado poseía una poderosa fuerza persuasiva que me parecía deseable poseer para afectar a quien sea del modo semejante en el que yo me sentía afectada; y que además, era necesario algún tipo de entrenamiento y preparación lúcida al respecto para poder ser capaz de establecer razonamientos tan convincentes y tan inteligentes como el que yo le había escuchado al tipo que en ese momento odiaba con toda el alma porque me parecía que me estaba diciendo de modo delicado e inteligente: "Eres una tremenda ignorante e insensible por no escucharme, Vanessa!". Lo segundo que aprendí es, obviamente, que en adelante me valían madres la "alta fidelidad del sonido" cuando se tratara de la versión única de una vieja pieza musical, porque yo no era en lo absoluto ninguna insensible ignorante ni ridícula; además de que el tipo en cuestión era un tipo odiosamente inteligente, (pero que yo también lo era por que le había captado "la daga lingüística" al muy maldito!!).
La anécdota, ahora que cuelgo Music of the nigth, es que yo estaba buscando una versión audiovisual con "alta calidad sonora y visual" y que acabo de darme por vencida ahora que recordé a ese antiguo caballero. Es increíble que haya recordado una anécdota tan vieja entresacada del diván de mi memoria para justificar de algún modo mi decisión de colgar la canción con defectos y todo. Espero que se sepa apreciar el detalle en todos los casos. Salute!
La canción es originalmente un área de la ópera "El fantasma de la ópera" pero cantada en versión de voz natural por Lara Fabian hace montonon de años atrás. Las palabras de introducción a la canción que expresa la cantante en francés es traducida así:
"I once had the great fortune of witnessing the Phantom of the Opera live on a stage, and the Phantom that night impressed me so much, and moved me so much, that when I drove back home I had the feeling he was still there with me...And that night he made the most incredible promise to me : He said...He said that he'd come back to see me each and everytime I would call on him..And tonight, it is not for me that he has kept his promise and that he's back...It is for YOU"

Friday, October 27, 2006

Adagio


Non so dove trovarti
Non so come cercarti
Ma sento una voce che
Nel vento parla di te
Quest' anima senza cuore
Aspetta te
Adagio

Le notti senza pelle
I sogni senza stelle
Immagini del tuo viso
Che passano all' improvviso
Mi fanno sperare ancora
Che ti trovero
Adagio

Chiudo gli occhi e vedo te
Trovo il cammino che
Mi porta via
Dall' agonia
Sento battere in me
Questa musica che
Ho inventato per te

Se sai come trovarmi
Se sai dove cercarmi
Abbracciami con la mente
Il sole mi sembra spento
Accendi il tuo nome in cielo
Dimmi che ci sei
Quello che vorrei
Vivere in te
Il sole mi sembra spento
Abbracciami con la mente
Smarrita senza di te
Dimmi chi sei e ci credero
Musica sei
Adagio

Lara Fabian sing, (Adagio in italian Aquí)

*B.: No conseguí la versión en francés, pero colgué el video en inglés, la letra en italiano y el link del video en ese idioma. Chécalo. "Abracciami con la mente", wowww!! :´)

Tuesday, October 17, 2006

Monday, October 16, 2006

Alone again

Continúo escuchando la canción,
sigo aquí esperando,
quebrada,
esperando,
noséporqué.

Ahora sé lo que necesitaba saber,
sé todo sobre una ciudad en el noroeste
y sé, también,
del dolor y el orgullo,
del mío,
de las horas de amargura al regresar a casa
derribada a solas.
Sé de las rencillas entre flamencos y valones,
pero también,
de las cervezas, las tiras cómicas
y de los chocolates que no cabían en el bolso,
de aquellos que no recordó traer.
Sé de una historia allá lejos,
mucho antes de llegar a Amberes desde el sur,
siempre un poco más acá de Limburgo,
y allá, allá,
siempre lejos de mi corazón hecho trizas
por su culpa,
por la mía.

Y resulta que la canción
nunca la cantaron los Beattles,
como creía,
resulta que la compuso O´Sullivan el 71´
¿cómo saberlo?

Intentar ser resistente,
engañarse,
no pensar.

Pero pienso.

Imagino un esfuerzo más,
intento sacudir el abandono,
y me propongo escalar otra cima,
visitar cierta catedral más seguido,
y en el camino aprender a pegar uno a uno mis pedazos,
a reparar con dulzura mi corazón desatendido,
gravemente roto.

Alguien dijo:
"If there´s been a sadder song
than that ever written.
I haven´t heard it yet.
Awfully poignant"
Y todos los días sigo sintiendo
el mismo puñal
aquí,
adentro.

También existe una pena,
It seems to me that there are more hearts
broken in the world that can´t be mended
left unattended.
¿What do we do?
¿What do we do?
Alone again, naturaly.

El problema es que también sé que un día,
un buen día de esta primavera que solea a veces,
un día de hermoso sol reafirmado en mi cielo gris,
acabaré olvidándolo todo,
y no quedará recuerdo,
ni herida,
me habré marchado entonces

a escuchar una canción distinta.

Saturday, October 14, 2006

Nota y miscelánea

* Dada la celebración familiar de fin de semana suspendo el post sobre Lévinas para después. Hay tanto que escribir sobre él que creo que todavía tengo que seleccionar las cosas más importantes para cuando haya tiempo holgado para un bonito post. Tal vez podría seguir adelantando que todos estos días han sido muy productivos y enriquecedores, escuchar a Catherine Chalier no lo ha sido menos. Creo que hay tanto que contar sobre las ponencias escuchadas, sobre un hermoso y amable mensaje humanista que prefiero por ahora dejar reposar varias cosas, seguir esperando la comunicación de una persona querida, comer torta con mis sobrinos y hermanos para disponerme otro día, entre horas que le robo a la tesis, a escribir sobre las más importantes.
Hasta que llegue el momento de hacerlo y colocar el post, se me ocurre dejar a modo de miscelánea aquella ponencia peculiar de Mario Montalbetti durante el primer día del Coloquio. Un compañero de la U. al que vi el último día de la actividad y que casualmente también se llama Emmanuel, me preguntó sobre eso pues al parecer lamentaba haberse perdido esa ponencia. De modo que a la hora del break mientras yo disfrutaba de una bolsa de tor-tees y él de su cigarro, le fui contando con cierto detalle y entre sonrisas la gracia aquella del primer día. Así que aquí también la comparto alegronamente a modo de miscelánea.

La ponencia de Montalbetti se titulaba “Del amor al otro al amoral otro”. Personalmente creo que él fue muy gracioso desde el principio, pero cada persona que asistió ese día podría dar una versión más o menos rigurosa y/o distinta a la mía. Allí va.

Al empezar su discurso, el poeta dijo que no era filósofo pero que hablaría del lenguaje dado que su asunto era "la filología y el comercio con las palabras", que, además, creía que no amaba a la sabiduría como los filósofos sentados allí, pero que como había leído a Lévinas, sentía que tenía derecho a hablar sobre las palabras, su "negocio". En fin, yo emocionada e impresionada por su imponente presencia. Él vestía cabello entrecano, un terno interesante y una actitud de intelectual consumado bajo sus lentes, que no era para menos, así lo escuchaba intrigada desde la segunda fila. Antes de empezar a leer su ponencia agregó: Voy a hacer uso de un "gesto levinasiano, hacer uso de una excusa para hablar ante ustedes". Verán “dado que casi lo mejor de mi ponencia es el título, quiero intentar establecer un contenido interesante que llene las expectativas que de seguro genera".
¿De adivinos?, no lo creo. Pero de hecho que toda la gente en el auditorio teníamos muchas expectativas, las tenía yo y lo escuchaba con atención y seriedad después de la excelente presentación que le hiciera el moderador de la mesa (el hombre que lo hizo poseía una seriedad única al hablar del Montalbetti poeta y el amigo lector de Lévinas, que me hacía pensar que iba a escuchar a El gran lector del filósofo). Pero… “El título va más allá de las diferencias tipográficas: el amor al otro v/s el amoral otro; más allá de un juego tipográfico al hablar de dos cosas distintas”, continúo; enseguida empezó a realizar todo un despliegue de una interesante capacidad de análisis sobre la disposición de la estructura sintáctica de su título y las diferencias de sentido generados a partir de la construcción: sustantivo masculino (amor) + artículo + preposición en el "amor al" v/s el juego con el adjetivo "amoral" que suponía algo más que un simple juego tipográfico, como el decía. Ello de hecho logró el objetivo de ganarse la atención de su público cada vez más interesado en lo que a continuación diría; es decir, ¿a qué venía el título desde la perspectiva de Lévinas, pues? A continuación siguió hablando sobre "la responsabilidad del decir" frente al lenguaje y sobre "la dificultad de hablar cuando se vive en abundancia de palabras", y hasta allí todo bien. Pero de pronto, por alguna razón a la que no logré seguirle el hilo empezó su “gran digresión”. Comenzó a comentar sobre el tema de las congresistas que hablaron en quechua/aymara en el Congreso de la República, y como él mismo advirtiera que sus palabras podrían "herir susceptibilidades" en algún allegado a los intereses de aquellas Madres de la Patria, señaló que iba a “contar un chiste para distender los ánimos en el ambiente”. En el auditorio se dejaron sentir muchas risitas y recuerdo que anoté esa idea en la memoria: Vane, cuando cometas burradas, acuerdate de contar un chiste para "distender los ánimos" de la gente que te escucha. El caso es que Montalbetti continúo la ponencia haciendo un análisis ingenioso de un chiste que provocaba sonrisas, no sé si de miedo, dado que ya muchas personas no empezábamos a entender a qué venía el rollo y qué relación tenía con Lévinas. Mi compañera de asiento y yo, algunas personas de mi fila en el auditorio, al menos, nos mirábamos sonrientes e interrogantes de cuando en cuando.
Igual, creo que lo que me impactó es que el poeta tenía una habilidad increíble para ir desmenuzando sus ejemplos e ir relacionándolos desde una perspectiva de análisis súper florera que ya bueno, a ver qué sigue, y dale a seguir escuchándolo todo el tiempo que se explayó en lo del chiste. De modo que después de un rato, una vez finalizado el chiste sobre las dos copas y los dos amigos que van a beber a un bar, después de hacer gala de una tremenda capacidad para relacionar diferentes cosas con su no tan “pequeña” broma distensora, terminó realizando una suerte de "análisis lacaniano" de "la amoralidad del otro" a partir del famoso y mediático “cabezazo de Zidane”; a lo que agregó, además, otros temas futbolísticos que le llevaban a tildar el cabezazo como un “acto de trasgresión del orden simbólico”.
El asunto es que, de algún modo, tal vez intencionalmente o tal vez sin darse cuenta, terminó perdiendo de vista a Lévinas y creo que también al Coloquio de filósofos, si es que alguna vez lo tuvo en vista durante la ponencia, es decir, más allá de lo lingüístico y la idea sobre la "responsabilidad" del decir. De hecho su despliegue analítico sobre la palabra me hizo ver que podría ser un excelente filólogo, no soy lingüísta de modo que si me equivoco no importa. Al menos quedé convencida de su genialidad y elocuencia discursiva al ver su performance en el auditorio. Personalmente me pareció un tipo de una peculiaridad interesante, un sujeto para nada ordinario.
Al margen de ese detalle disgresor de la ponencia, que a lo mejor alguién que atendió mejor llegó a comprender a qué iba, creo que Montalbetti tuvo una participación muy amena, con decir que hasta me enteré de que es hincha del Sport Boys del Callao cuando le respondía entre sonrisas a una persona del público que ya no se qué le preguntaba, pues yo al igual que mi compañera de asiento estábamos que nos moríamos de la risa al escuchar a sujeto tan peculiar. En la primera fila las sonrisas eran compartidas por otros filósofos que reconocí entre el público, por lo general profesores de filosofía en la universidad. Aunque claro, la seriedad no faltó y un par de personas de seño adusto, y al menos uno de ellos con cara de filósofo, le achacaron cosas como: “Todo muy interesante sobre lo que usted señala señor Montalbetti, pero su interpretación sobre el cabezazo de Zidane se aleja y realiza en todos los casos una lectura completamente opuesta a la filosofía de Lévinas”. Él poeta aceptó la corrección y dijo que en todo caso era "una lectura correctamente lacaniana la suya" y lanzó otro chiste que matizaba su respuesta como para aceptar el asunto a base de puras sonrisas. Yo, de hecho, continúe sonriéndo junto a la señora agrónoma que se sentó a mi lado y a mucha gente del público, pues la cosa resultaba divertida. La anécdota es que, carambas, ese día regresé sonriente a casa y pensando en que los filósofos y los poetas también podían tener un buen sentido del humor, aún en las situaciones que podrían entenderse, siempre, como de contenido estrictamente serio :)
Bueno eso es todo por ahora, ya postearé sobre Lévinas la próxima semana apenas se me dé un tiempo. Buen fin de semana a tod@s, sean felices y coman perdices.

Friday, October 13, 2006

¡Feliz cumpleaños Javito! :)

Mi sobrinito Javier cumple 5 años hoy. Su nombre en mi familia paterna es como una suerte de homenaje a mi padre: él se llamaba Víctor Javier. De modo que a papá, a lo que él significaba en la familia y a la tremenda falta que siempre nos hace a todos se debe que yo tenga dos hermanos mayores y una pila de sobrinos por parte de mis tías, incluído el pequeño Javi, tanto en Lima como en Alabama con el "Javier" incluido entre sus nombres. Supongo que yo también llamaré a una de mis criaturas así. A una de mis criaturas literarias y a una de las biológicas (si es que algún día llegó a tener bebés, sean adoptivos o no; aunque los adoptivos ya vienen con nombre incluído, pero mejor no me desvío que el tema de hoy es otro :S).
El video con la canción va para ti Javito, que aunque cumples 5 añitos, en breve verás como llegas pronto a los 6, vas al primer grado y horror!, tu tía empezará a volverse viejita (después de la torta te explicaré en qué consiste el cariño a las arrugas en la tía Vanessa). La canción es sobre dos niños y otras pequeñas cosas que usted jovencito irá comprendiendo mejor mientras vaya creciendo, mejor así. Conque le dure mucho tiempo siendo un buen niño a su tía, ella será feliz. Mientras tanto a prestar atención a la música y a la voz de ese muchacho que canta la historia y se llama Fito. La canción para el karaoke se la cantaré antes de las velitas y la colocaré abajo. Y eso sí, nada de bares para usted por ahora, y no se preocupe que si estaré viéndolos siempre a Ud. y a Adry, toda la vida. Besos de la tía y los tíos menores. ¡Feliz cumpleaños Javito!

11 y 6 (Fito Paez)

En un café se vieron por casualidad
cansados en el alma de tanto andar
ella tenía un clavel en la mano.
El se acercó y la preguntó si andaba bien
llegaba a la ventana en puntas de pie
y la llevó a caminar por Corrientes.

Miren todos, ellos solos
pueden más que el amor
y son más fuertes que el Olimpo.
Se escondieron en el centro
y en el baño de un bar sellaron todo con un beso.

Durante un mes vendieron rosas en "La Paz"
presiento que no importaba nada más
y entre los dos juntaban algo.

No sé por qué pero jamás los volví a ver
él carga con 11 y ella con 6
y se reía, el le daba la luna.

Miren todos, ellos solos
pueden más que el amor
y son más fuertes que el Olimpo.
Se escondieron en el centro
y en el baño de un bar sellaron todo con un beso.

Triste paralelo... ¿y el deber?- Caso Fokker: Alianza Lima

Fotografía tomada de El Comercio
Para los familiares de los jugadores de Alianza Lima muertos en el “accidente” de diciembre de 1987, la evidencia del ocultamiento de la verdad del incidente que les costó la vida a sus seres queridos ha sido desoladora e indignante, eso se pudo observar en la emisión del miércoles del programa La Ventana Indiscreta.Para el resto de la ciudadanía –que en alguna medida compartimos el dolor de los hermanos, padres, hijos de las víctimas de ese fatídico vuelo- ha sido una clara muestra y comprobación –como lo señaló Víctor Vich, profesor de la PUCP, en una carta enviada al mencionado programa- del arraigo y carácter sistemático de la cultura de la mentira y de la no asunción de responsabilidades por parte de miembros y representantes de las Instituciones Estatales en el Perú, las que, supuestamente, tienen la misión de velar por el bienestar de los ciudadanos.Este caso, lamentablemente, no es más que la triste y penosa constatación de cómo sujetos empleando las instituciones del Estado Peruano, la Marina de Guerra específicamente, han sido capaces de conspirar en contra de sus ciudadanos, para cubrirles las espaldas a un manojo de cobardes y miserables que han hecho de todo, pero menos lo que debían, dar la cara, asumir sus responsabilidades y procurar la indemnización y/o reparación de las víctimas de sus actos. (...) (Seguir aquí)

Se pide explicar por qué se oculto el Informe de investigación El Comercio
La tragedia aliancista tiene nombre y apellido

Thursday, October 12, 2006

Lévinas en Lima: "Coloquio sobre Ética, Justicia y Política en Emmanuel L."

"Dicen que Levinas está de moda", fueron las palabras de Nelson Vallejo-Gómez en el inicio de su intervención en el Coloquio Franco-Andino de Filosofía al que asisto desde el lunes. Mientras pasaba en limpio las ideas que he ido anotando en las tardes-noches de lo que va de la semana, se me ocurrió que me gustaría instalar algunas de ellas entre mis Borrones para compartirlas con quien llegue por aquí en los días subsiguientes.
Vallejo-Gómez quizo hablar no como el Consejero Cultural adjunto de la Embajada de Francia, sino como el antiguo estudiante de filosofía de La Sorbona (París IV) que ha leído a Lévinas. La invitación de la Cátedra Andina de Filosofía Francesa Contemporánea es, en lo que va de la semana, un espacio especial para hacerlo con mucho nivel. El habló y lo hizo muy bien a mi parecer, claro y preciso como varios de los ponentes que han ido discurriendo durante estos días en la Alianza Francesa de Miraflores.
Su explicación del hecho de que Emmanuel Lévinas tome una relevancia actual en el Mundo Contemporáneo, de que "este sonando últimamente" radica, a su parecer, no en una simple moda que hace mucho ruido sino en el hecho de que las reflexiones del filosófo ponen en juego un discurso ético que escapa al simple raciocionio metafísico y "recupera algo esencial: la marca de lo humano, su rostro". Anoto sus palabras: "La propuesta de Levinas es la de la apuesta por el otro, ese es su método, oda y camino. La suya es una intriga de tipo espiritual no metafísica. Le interesa el otro en tanto rostro humano, en tanto cabe la necesidad de recuperar su dignidad y libertad". Por ello "Rostro y Ética son las dos caras de la misma moneda en Lévinas" .
Quienes hemos escuchado hablar del filósofo sin haberlo leído directamente y a profundidad (yo supe de Lévinas por una persona cercana a la que extraño mucho), siempre hemos escuchado mencionar estas dos palabras que centran un pensamiento: el otro y el rostro. Pero, ¿cuál es el significado que ambas palabras encierran?, ¿quién es "el otro"? ¿cuál es este rostro por el que Lévinas se preocupa?, ¿cuál su inquietud filosófica, ética y humana? No es hasta estos días y por mis constantes relecturas alrededor de 15 páginas que guardo conmigo, que yo termino y empiezo a comprender la profundidad del pensamiento levinasiano, del precioso regalo que constituye su legado. Ya son varios días de regocijo y enriquecimiento frente a la grandeza de un pensamiento filosófico que toca profundamente lo relativo al hombre y a su compromiso, a su fuerte responsabilidad ética para con el otro, su prójimo/próximo expresado en un rostro humano alejado de toda aquella caricatura de terror e ignominia que lo desfigure.
De hecho la importancia histórica del pensamiento de Lévinas se relaciona con la época que le tocó vivir y pensar, una época de horror, el de un país en ruinas marcado por la guerra. La suya es una historia empaginada con la infamia de entre la cual le preocupó rescatar el rostro de alguien, lo que en suma no es sino "el rostro de la humanidad".
Sobre las preguntas que me hago estos días y que me he hecho desde antes alrededor de las 15 páginas que conservo a mi lado, sobre las respuestas que he ido obteniendo durante estos días postearé el fin de semana. Mientras tanto y dado que no puedo escribir mucho ahora (son más de las dos de la mañana y empiezo nuevamente con el insomnio), quería dejar dicho que justo hoy culmina este coloquio con la participación especial de la filósofa francesa Catherine Chalier, Catedrática del Departamento de Filosofía de la Universidad de Paris-X-Nanterre especializada en Filosofía moral y política, filosofía contemporánea, y filosofía hebraica. Según sé, ella tiene en su haber varios títulos importantes entre los que destacan amplios estudios sobre la obra de Kant, Espinoza y otras en las que plasma sus reflexiones sobre la obra de Emmanuel Lévinas como: “Levinas: la utopía de lo humano” (1995), Por una moral más allá del saber” (2002) y “La huella del infinito: Emmanuel Levinas y la fuente hebrea” (2004). Su importante ponencia de hoy se titula: "De la fraternidad en Levinas" que durará cerca de hora y media. Después pasará a la mesa redonda junto a Sandra Pinardi, Carlos G. Gutiérrez, Rosemary Rizo-Patrón y Victor J. Krebs en la que los filósofos de la mesa y todos los que ha participado estos días junto al público asistente, conversarán sobre "Ética, Justicia y Política en Lévinas".

De modo que dejo dicho que la fecha central y de cierre es hoy jueves 12 de octubre a las 5pm en punto.
Lugar: Sala de conferencias de la Fundación Telefónica
Dirección: Av. Arequipa 1157, Santa Beatriz (Entrada libre)

Wednesday, October 11, 2006

A proposito de un sueño

hoy me despierta con su delgado resplandor abstracto la esperanza
la oscuridad del naufragio
se escapa como un gato por la ventana
y alguien vuelve

alguien vuelve desvelado y sin prisa
con un pequeño rectángulo de eternidad entre las manos.

Blanca Varela
*************

Hace una semana recibí la invitación de una muchachita azul llamada Eri. No pude asistir a la presentación de su libro "Reino Cerrado", pero de hecho que muy pronto podré conocer a su "pequeño hijo", ella habla de maternidad al referirse a él, una imagen que me conmueve por estar ligada al hecho y a su sensibilidad femenina. Estoy segura de la calidad lírica que promete y estoy entusiasmada con la idea de poder leerla.
Ella también tiene un blog en el cual escribe desde la hermosa ciudad de Cajamarca, pueden leerla y ubicarla aquí y entre mis links.
El poema de arriba va para ambas Eri, de seguro que un día serás como Blanca Varela y tus sueños y esperanzas seguirán vivos a través de tus palabras,... y yo podré admirarte como a ella. Un fuerte abrazo desde aquí, gracias, muchas gracias por el abrazo enviado.
Vanessa

Tal vez ese silencio...

Vuelvo otra vez. Pregunto.
Tal vez ese silencio dice algo,
es una inmensa letra que nos nombra y contiene
en su aire profundo.
Tal vez la muerte detrás de esa sonrisa
sea amor, un gigantesco amor
en cuyo centro ardemos.

Tal vez el otro lado existe
y es también la mirada
y todo esto es lo otro
y aquello esto
y somos una forma que cambia con la luz
hasta ser sólo luz, sólo sombra.

Dos últimos versos extraídos de Máscara de algún Dios.
Autora: Blanca Varela

Sunday, October 08, 2006

Saturday, October 07, 2006

Witt - Gracia


Death, be not proud, though some have callèd thee
migthy and dreadful, for thou art not so;
for those whom thou think´st thou dost overthrow
die not, poor Death, not yet canst thou kill me
Fragmento del soneto X de Sonetos sacros
John Donne (1572-1631)

Gracia es el hermoso título español de la película Wit (2001) de Mike Nichols, famoso director estadounidense de origen alemán que ha dirigido varias películas. "¿Quién Teme a Virginia Wolf?", "El graduado", "Armas de Mujer" entre otras, figuran en su haber. El drama esta basado en el libro del mismo nombre (traducido como ingenio) y le pertenece a Margaret Edson, profesora y escritora norteamericana ganadora del premio Pulitzer 1999. Su preciosa pieza dramática fue llevada a una impecable adaptación cinematográfica cuya adaptación de guión corrió de la mano de la propia Margaret y de Emma Thompson, la actriz principal de la cinta.
La película la encontré o me encontró y no pude menos que sentirme tocada por la belleza de su contenido que deja mucho para reflexionar acerca del valor de la vida, el dolor, el arte, la poesía y la muerte, alejando cualquier presunción retórica sobre el tema. Como otras tantas películas (ando muy alejada de la TV por cable en los últimos 7 meses), esta la vi incompleta y muy casualmente (igual espero conseguir la cinta completa muy pronto). No obstante, quiero contar un poco la historia, al menos la parte que alcancé a ver y que me dejó tan terriblemente removida al volver a un similar sentimiento de dolor.
El guión es precioso, inclusive poético, y su realización es impecable. En la cinta Emma Thompson realiza el papel de la Dra. Vivian Bearing, una mujer muy reconocida y admirada en el mundo intelectual al que pertenece, una doctora en Filosofía y especialista en Poesía del Siglo XVII a la que en pleno esplendor de su carrera intelectual le diagnostican cáncer ovárico metastásico avanzado y sobre el cual se determina su drama: el de su enfrentamiento a la muerte en la etapa terminal de su enfermedad. De allí que la puesta en escena de sus últimos días de lucha y reflexión frente al dolor de su propia vida como intelectual y ser humano, pueda alcanzar matices extraordinarios sobre la naturaleza del dolor físico y espiritual de un ser que se enfrenta a la muerte.
Los diálogos, las palabras entrecruzadas con el doctor, el auxiliar médico y la enfermera que la atiende, permiten visualizar una relación angustiada médico-paciente frente a la cual se plantean cuestionamientos que mueven a la humanización de la profesión médica. La película critica fuertemente la carrera del doctor en medicina, una profesión que al llenarse de tecnicismos hace olvidar al sujeto que la ejerce el tratar a sus pacientes como seres humanos; sobre todo al definirlos técnicamente, en el caso de Vivian, como un cuerpo enfermo o una cavidad peritoneal compuesta de un par de ovarios metastásicos. Ese trato hace que la Doctora se vea a sí misma como un objeto de investigación a la que un grupo de médicos echan mano indolente en una lujosa y aislada habitación de un hospital que no ofrece una preparación digna para la muerte, una mínima piedad frente al dolor agónico que atraviesa: el concepto de su ser personal es reducido a la mínima expresión de su ser físico, objetual.
En los momentos de dolor y reflexión solitaria en la que Vivian se ve a sí misma ya sin cabellos ni fuerzas para vivir, degradado su ego intelectual al nivel de un simple mortal ubicado frente a la muerte o a la terrible enfermedad que no logra vencer ni con los adelantos de la quimioterapia, señala:
"No puedo expresar lo que siento, hay dolor, no sé como expresarlo con mis propias palabras. Soy una letrada, o lo era, cuando calzaba zapatos y tenía cejas, y poseía cabellos... Es tiempo de dolor... La peor infamia sería ponerme a analizarlo, expresar una elaboración crítica, extensiva de mi dolor. No es tiempo para juegos verbales. No cuando se trata de la vida o la muerte. No sé cómo expresar este dolor...es tiempo de sencillez."

A lo largo de gran parte de la película se pone en ejecución el pensamiento de Vivian expresado a manera de monólogo, su estar frente al dolor, su reflexión como intelectual, pero sobre todo como ser humano en relación con el médico que la atiende. En una de las escenas, aún ante la clara evidencia del padecimiento de un dolor físico, su médico el Doctor Keleckian le pregunta: Vivian ¿Le duele? , y ella murmura "Dios, no me lo puedo creer" . Frente a la sordera y ceguera de su doctor, la salva el conocimiento y cuidados de la enfermera que la atiende y la acompaña hasta el final, Susie Monahan (caracterizada por Audra McDonald).
Alrededor de Europa, al menos en varias ciudades ubicadas dentro y en los alrededores de España, se han realizado puestas en escena de la pieza teatral de Margaret Edson. Aquí encontré una explicación del constraste que hay entre el antes y después de la enfermedad en la erudita, algo que me hace recordar y pensar en cierto profesor universitario:
"Y ahí surge una situación absolutamente inesperada para la docta profesora: Antes era ella la que en sus cursos universitarios ejercía el poder intelectual sobre sus alumnos persiguiendo hasta el extremo un rigor absoluto en la interpretación de los textos literarios, evitando cualquier uso de la retórica, cualquier auto-engaño para situarse lo más cerca posible de la verdad desnuda. Ahora ella misma estará bajo el doble poder de la enfermedad y del terrible tratamiento experimental que la convertirá en un conejillo de indias en manos de los médicos hasta engrosar una lista de datos, de estadísticas, único modo, por otra parte, para hacer progresar a la ciencia en sus investigaciones. Comprensible. La profesora también lo entiende. Pero una cosa es entenderlo, y otra muy distinta sufrirlo."

La película resume en sí misma una necesidad de humanización de la profesión médica, una humanización que creo podría extrapolarse a cualquier tipo de carrera profesional, sea técnica o universitaria, y a cualquier tipo de actividad humana en general. Me quedé pensando mucho en los momentos de dolor en que ella misma procura buscar alivio: "Tranquila Vivian- hoy hace buen tiempo", se repite a sí misma. Quieres que te recite algo, le pregunta una antigua maestra que la va a visitar y ella responde desde su fuero interno: "No, no ,no...". El dolor que sufre no lo consuela la poesía, los libros, de nada le vale su calidad intelectual, nada puede hacer frente al dolor para frenarlo, abstraerlo. Luego, una voz, no se si de Vivian o de la vieja maestra, se deja escuchar "Deja las lágrimas caer Vivian, déjalas".
Junto al dolor padecido por la estudiosa se dejan escapar dos momentos en los que la Vivian Bearing lee a un poeta en el que se ha especializado, el texto es un hermoso poema metafísico de John Donne, el escritor, poeta y clérigo inglés del Siglo XVII, autor de aquella famosa cita que ojalá llegue a una persona que aprecio: "Nadie es una isla, completo en sí mismo cada hombre es una parte del continente, una parte de la tierra".
Creo que la película habla de la dignidad humana, del dolor, del triunfo de la vida frente a la muerte, a pesar de la muerte. El poema leído en la película por Emma Thompson lo busqué con desesperación y logré encontrarlo, es el que he colocado como epígrafe de este post. Abajo dejo una traducción que he logrado encontrar y una recomendación extensiva para que busquen la película en el Blockbuster o tienda de videos más cercano.

El post y el poema va en la memoria de mi amigo Juan Carlos Peña Cuba, hace un par de semanas recibí la noticia de su muerte y ha sido difícil enfrentar los escritos que él me dejó y me fueron enviados por manos de su hermana Silvia desde Sidney. Para él, para su familia y para mi querida My Wonder. Comparto y comprendo la perdida, el dolor, pero sobre todo la belleza de la vida cuando el recuerdo de los que hemos querido se mantiene vivo en nosotros.


"Muerte no te enorgullezcas,
aunque algunos te llamen poderosa y terrible,
puesto que nada de eso eres;
porque todos aquellos a quienes creíste abatir no murieron, triste muerte,
ni a mi vas a poder matarme, esclava del lodo, la fortuna, los reyes y los desesperados,
si con veneno, guerra, enfermedad y amapola o encantamiento
se nos hace dormir tan bien y mejor que con tu golpe,
de qué te jactas,
tras un breve sueño despertamos a la eternidad
y la muerte dejará de existir, muerte morirás."
Jhon Donne (Siglo XVII)

Wednesday, October 04, 2006

Recuerdos de una biblioteca perdida

En mi época de estudiante universitaria fui por mucho tiempo una impulsiva compradora de libros, una estudiante (primero de educación y luego de literatura) entusiasmada por leer los más grandes autores clásicos y algunos escritores contemporáneos, por leer todo lo que pudiese llegar a mis manos sea por causa de mi propia curiosidad, la recomendación de algunos amigos o profesores, o como parte de las lecturas obligadas de diferentes cursos universitarios. Recuerdo que armaba con entusiasmo mi pequeña biblioteca personal a raíz de un consejo que una profesora de literatura hizo al salón de alumn@s del que yo formaba parte hacia el primer semestre de 1999. Para Cecilia, así se llamaba ella, era importante seleccionar las separatas que eran necesariamente fotocopiadas y leídas como parte de las lecturas obligatorias del curso que llevábamos con ella, y separarlas de los textos/libros que valían la pena ser comprados y leídos íntegramente en el original. De alguna forma, con una inversión pequeña o grande cada libro que escogiéramos comprar en cada ciclo contribuiría a largo plazo a la conformación de una biblioteca personal sustanciosa con la cual acompañar los años universitarios y los post-universitarios. Yo acababa de ser cachimba el año anterior y esa idea, la de ir formando mi pequeña biblioteca a partir de una selección delicada de mis propios libros, encendía una chispa de entusiasmo en mis ojos. En consecuencia, seguí el consejo.
Así, semestre a semestre junto al primer libro gordo que leí -y que no fue precisamente el Don Quijote de Cervantes sino Raíces, una ahora vieja edición de minúsculas letras empaquetadas en 470 páginas que hablaban de la historia del Kunta Kinte de Alex Haley, un best-seller que pertenecía a mamá-, yo fui colocando los otros libros que fueron llegando a acompañarme las tardes y a empezar a transcurrir en mis manos. Mis libros eran generalmente nuevos, pues solía tener poca suerte en mis primeros intentos de buceo en el mundo del Libro Viejo en lugares como Amazonas, a Quilca aprendí a ir muy tarde. Mi mala suerte era tanta, que empecé a preferir el olor virgen e inmaculado de algún libro nuevo rescatado entre los viejos o de segunda mano, sobre todo por la poco que era dada a negociar precios con un hábil vendedor de libros cuyas mañas no sabía comprender, no sé si por inocente o por tonta. Aunque claro, más tarde si pude conseguir por allí ciertos tesoros que felizmente aún conservo: mi Iliada y Odisea, en una versión pequeña de Editorial Aguilar; mi edición en versión bilingüe del Hamlet de Shakespeare, uno de los tres tomos de las Obras Completas de mi amado Dostoievsky y uno de los tomos de la edición de Obras Completas de Cervantes, ambas en aquel papel biblia de la editorial aguileña.
Junto a aquellos libros de mi selección fui atesorando muchas horas de lectura silenciosa y mirando hacia atrás y hacia adentro aquel año en que me convertí en una creciente lectora de novelas, aquella niña de nueve años que dejaba los cuentos infantiles y las revistas/chistes de intercambio a trueque entre sus compañeras durante las horas de ocio en la primaria. Ya la hermana Noris, una monja colombiana que me adoraba en mi escuela de la infancia, me había hecho notar que la biblioteca era un mundo más rico que el de las historietas que yo solía leer por cientos junto a Edith y Rosario, y me tentaba a caminar por ese nuevo mundo abriéndome las puertas de una vieja biblioteca que no terminé de animarme a cruzar sino más tarde.
Recordaba mis nueve años. Sí, mis nueve años junto a una novelita francesa en edición española con un título absurdo y una contratapa casi deshecha que yo parché artesanalmente apenas Marilyn, otra amiga de esa etapa, decidió regalarme al encontrarme entusiasmada (a cambio, creo, de algún caramelo o galleta). El librito se llamaba Yo maté a mi hijo y era la historia lacrimógena que me sufrí todo ese verano en Magdalena, mientras intentaba imaginar que el barranco abandonado que yo iba a observar en las tardes de soledad y tristeza en que extrañaba a mi madre podría parecerse, con un poco de suerte, al hermoso acantilado europeo de la novelita que yo me sufría; y que, de otro lado, mis gallinazos, un poco mejor mirados, eran una aves tan lindas como los frailecillos, gaviotas y demás preciosos pájaros que aquella tristísima historia mencionaba y describía en sus momentos más célebres. La novelita aún la conservo con cariño, tengo miedo a releerla y perder el encanto de entonces, pero supongo que alguno de estos días terminaré por hacerlo.
Después de esa novelita llegó Alejandro Dumas y otros libros de aventuras como la de aquel Oliver Twist y su amigo Tom Sawyer. Me sonrío al recordar que junto a otras tres amigas imaginaba que yo podía ser D´Artagnan, ni Ana de Austria ni MyLady, mucho menos Lady de Winter, sino aquel aspirante a mosquetero en plena escuela de mujercitas. La edición vieja, incompleta y seguramente bastante mala pertenecía a la biblioteca escolar y no sé que fue de ella. A la par de mis lecturas de esa época, sobre todo la lectura de textos breves como el Paco Yunque de César Vallejo y algunos textos de José Carlos Mariátegui, una vieja serie de cuentos llamada “El narrador de cuentos” acaparaba mis emociones por la televisión. Aquel perro hablador y el anciano narrador en la orilla de aquella vieja y subyugante chimenea estuvieron a punto de hacerme perder mis clases de música y me liaron mucho por aquella época. No recuerdo con precisión haber leído abundantes libros entonces, pero esa etapa fue el germen de toda mi vocación por los libros y el mundo de la imaginación que fue madurando en la secundaria y cimentándose afortunadamente en la universidad.
Más tarde, cuando faltaron los libros, lo que en ciertos años ocurrió a menudo, yo tenía una abuelita materna a la que le encantaba narrar historias. Ella continuaba con mejores atenciones la labor de mamá. No contaba el único cuento que recuerdo de los varios que nos leyó a mis hermanos y a mí mi madre, en alguna noche de navidad chorillana: el “Alí Babá y los cuarenta ladrones” de la Colección Roja de Tesoros de la Juventud de la editorial Océano. Abuelita Cleofé era una mujer llena de historias sobre el mundo andino al que pertenecía y ocupaba ese lugar de atención central durante los apagones de la segunda mitad de los 80´ que yo solía temer en mis salidas a casa de mi madre. Siempre hubo modo de canalizar historias en mi vida, sino era la literatura escrita, había historias orales en boca de muchas de las mujeres que conformaban mi familia materna. De modo que cuando terminaba los pocos libros de la escuela y salía de vacaciones, empezaban las radionovelas de Radio La Crónica que escuchaban mis primas hermanas en una vieja Panasonic de mi madre; las variopintas historias del campo de abuelita Cleofé y los comentarios y narraciones de las películas hindú que mis primas Miryam y Amada solían ir a ver, y nos relataban con entusiasmo hasta altas horas de la noche en base a una sensibilidad que contagiaba mis pequeños ojos.
La continuación hacendosa y femenina continuó en Mujercitas, aquel libro de Louisa May Alcott, en una versión absurdamente incompleta y sin mayor fortuna que me regaló mi madre al cumplir los 11, el segundo después del que me regalara a los 6: el pequeño Nuevo Testamento en el que me prometía encontrar la orientación que ella no podría darme, y se aventuraba a señalar que yo podría encontrar en base a una lectura concienzuda de El libro de los Salmos. Poco después de aquel libro que me recuerda ciertos perfume que mi madre compró para sus dos hijas, estuvieron los cuentos de Edgar Allan Poe: El escarabajo de oro, Los crímenes de la Rue Morgue, El misterio de Marie Roget y La carta robada; varios de los cuentos e historias incluidas en la colección roja de Océano; y por fin Mi planta naranja-lima de José Mauro de Vasconcelos y El diario de Ana Frank; además de narraciones breves de Mario Vargas Llosa, recuerdo al azar Los cachorros; mi conocimiento de Bryce Echenique, Enrique Congrains y varios escritores de la Lima de los 50´, como aquel genial Julio Ramón Ribeyro que me ha durado toda la vida. La coronación de ese gusto entresacado de otras lecturas que hice y no resultan de trascendencia memorable, se dio con Fuente Ovejuna de Lope de Vega, La vida es sueño de Calderón de la Barca, además de textos escogidos de Miguel de Unamuno que yo aprendí a leer por la admiración que sentía hacía mi hermano mayor, un ser humano demasiado sensible a la palabras, un Javier callado y afligido por alguna historia que nunca pudo contarme pero que yo siempre estuve empeñada en comprender para acercarme a él. Menciono libros significativos en mis recuerdos de la secundaria y mi admiración paralela por el mundo de Javi, porque tal vez esa necesidad de acercamiento fue más fundamental que los propios libros. Mi intención era intentar comprender sus modos de pensar, sus tristezas, acercarme a sus pensamientos durante nuestra adolescencia problemática y a todas las cosas que le escuché pronunciar una y otra vez con una pasión que yo todavía menor no comprendía.
A veces me supongo que yo intento rescatar en mí la lucidez del Javier de entonces, del adolescente afligido buscando consuelo en las palabras, salvándose y atormentándose también, de mi hermano brillante, del mejor alumno del colegio en la secundaria mucho antes de su enfermedad definitiva. No sé en qué momento él abandonó los libros y yo continué angustiada con ellos mi camino, tal vez si lo sé pero prefiero no recordar aquello asi. Si sé que terminé en una universidad frente a la mejor Biblioteca del Perú y algo me empujo a continuar haciéndolo desde allá.
Cuando me salto los años y las lecturas sucedidas, recuerdo mis primeros líos entre Ernesto Sábato y Jorge Luis Borges antes que llegara Cortázar a mis manos. Gran parte de mis problemas al escoger autores y libros de literatura los podría reducir a ese primer dilema. Siempre preferí a Sábato, sin importar que algún compañero pedante se considerara intelectualmente superior por ese hecho, siempre lo preferí. Prefería el error del sentimiento desgarrado y escrito en base a las angustias más íntimas y los complejos más interiores que el brillo de la imaginería intelectual más lúcida, perdóneme Ud. don Borges. Mi sensibilidad era distinta y aunque cambié y enriquecí mis lecturas con los años, creo no haber podido modificar mucho de mi esencia. Tuve alguna vez problemas con Julio Cortázar y su polémica con José María Arguedas, pero, aunque amo a Cortázar, creo que Arguedas me sigue ganando, aunque nunca deje de leer a Julio y admirar a James Joyce.
Y en fin, este post se hace cada vez más largo. Yo quería hablar hoy de otra cosa y terminé con un post que dice otras tantas. Al menos creo que he terminado señalando algo muy importante, la llegada de los libros que fueron quedándose en etapas importantes de mi vida y forman esa precaria biblioteca espiritual que he seguido cargando conmigo y que nadie podrá quitarme.
Tal vez quiera terminar esta anécdota cerrando con lo que empecé a contar en el principio, mi pasada ansiedad irrefrenable por comprar y leer libros. Recuerdo haber leído y llenado junto a ellos muchas horas de soledad y reflexión productiva, de recogimiento y descubrimiento del pensamiento de autores con los que tenía ocasión de profundizar a mis anchas, en tanto estos iban necesitando más y más espacio en mi estante de libros. Ese impulso fue frenado indefectiblemente hace un año por causa de un robo sufrido en mi penúltima mudanza. Extraño de esa biblioteca fenecida mi preciosa colección de literatura griega (tragedias y comedias) con obras de Esquilo, Sófocles, Eurípides y las comedias de Aristófanes que no alcance a terminar de leer. Los dos tomos de mis Obras Completas de Dostoievsky que cuidaba tanto, y del que sólo queda un tomo salvado de milagro; todos mis libros de Sábato que sé ya nunca podré recuperar; el Ulyses de Joyce, la colección de Arguedas y de Vallejo, además de mi libro de poesía completa de Huidobro. Los otros varios títulos que me fueron robados y que prefiero no empezar a recordar ahora, imagino estarán en algún lado, tal vez en manos del mismo taxista que me los robó y cometió aquel flagrante delito. La peor fechoría imperdonable debe ser robar libros ajenos, pienso; pero a veces, una poca de piedad me anima a creer que tal vez mis libros fueron a parar a unas buenas manos y mejores ojos que le sacan provecho y los aprecian tanto como yo. A veces imagino que a las de los hijos del taxista y entonces ya no me entristece tanto la idea, entonces puedo intentar perdonarlo.

De la biblioteca que queda, la que nunca se mudó de casa, entresaco una antología bilingüe de poesía italiana y recuerdo a Cesare Pavese. Prometí dejar una par de poemas a Fernando, pero ya que este texto es inmenso y hace rato que me desvié del tema, dejaré sólo uno de los dos que prometí. Abajo lo dejo y me voy a descansar antes del fin de este día.

La casa

El hombre sólo escucha la voz serena
con la mirada entreabierta, como si un respiro
le alentase en la cara, un respiro amigo
que resurge, increíble, del tiempo ido.

El hombre sólo escucha la voz antigua
que sus padres, en los tiempos, han oído, clara,
y recogida, una voz que como el verde
de los remansos y de las colinas oscurece en la noche.

El hombre sólo conoce una voz de sombra,
acariciante, que brota en los tonos serenos
de un manantial secreto: la bebe entre tanto
ojos cerrados, y no parece que los tuviera cerca.

Y la voz que un día detuvo el padre
de su padre, y alguien de sangre muerta.
Una voz de mujer que suena secreta
en la puerta de la casa, al caer la oscuridad.

Monday, October 02, 2006

Vendrá la muerte y tendrá tus ojos

Vendrá la muerte y tendrá tus ojos
esta muerte que nos acompaña
de la mañana a la noche, insomne,
sorda, como un viejo remordimiento
o un vicio absurdo. Tus ojos
serán como una palabra inútil,
un grito callado, un silencio.
Así los ves cada mañana
cuando te ensimismas
en el espejo. Oh, amada esperanza,
aquel día sabremos también nosotros
que eres la vida y eres la nada.

Para todos la muerte tiene una mirada.
Vendrá la muerte y tendrá tus ojos.
Será como dejar un vicio,
como ver en el espejo
resurgir un rostro muerto,
como escuchar unos labios cerrados.
Bajaremos al abismo silenciosos.

22 Marzo 50
Cesare Pavese