Thursday, January 25, 2007

Dios mío, Dios mío, Dios mío

"Domingo 7 de julio

Un día de sol espléndido, casi otoñal. Fuimos a Carrasco, la playa estaba desierta, tal vez debido a que en pleno julio, la gente no se anima a creer en el buen tiempo. Nos sentamos en la arena. Así con la playa vacía, las olas se vuelven imponentes, son ellas solas las que gobiernan el paisaje. En ese sentido me reconozco lamentablemente dócil, maleable. Veo ese mar tan implacable y soleado, tan orgulloso de su espuma y de su coraje, apenas mancillado por gaviotas ingenuas, casi irreales, y de inmediato me refugio en una irresponsable admiración. Pero después, casi enseguida, la admiración se desintegra, y paso a sentirme, tan indefenso como una almeja, como un canto rodado. Ese mar es una especie de eternidad. Cuando yo era niño, él golpeaba y golpeaba, pero también golpeaba cuando era niño mi abuelo, cuando era niño el abuelo de mi abuelo. Una presencia móvil pero sin vida. Una presencia de olas oscuras pero insensibles. Testigo de la historia, testigo inútil porque no sabe nada de la historia. ¿Y si el mar fuera Dios? También un testigo insensible. Una presencia móvil pero sin vida. Avellaneda también lo miraba con el viento en el pelo sin pestañear: “Vos creés en Dios”, dijo continuando el diálogo que había iniciado yo, mi pensamiento. “No sé”. Yo querría que Dios existiese. Pero no estoy seguro. Tampoco estoy seguro de que Dios, si existe, este contento con nuestra credulidad a partir de algunos datos desperdigados e incompletos.” “Pero si es tan claro. Vos te complicás porque querés que Dios tenga manos, rostro, corazón. Dios es un común denominador. También podríamos llamarlo la Totalidad. Dios es esta piedra, mi zapato, aquella gaviota, tus pantalones, esa nube, todo”. “Y eso ¿te atrae? ¿Eso te conforma?” “Por lo menos me inspira respeto.” “A mí no. No puedo figurarme a Dios como una Gran Sociedad Anónima”.


Miércoles 22 de enero

A veces hablo de ella con Blanca. No lloro, no me desespero; hablo simplemente. Sé que allí hay un eco. Es Blanca la que llora, la que se desespera. Dice que no puede creer en Dios. Que Dios me ha ido dando y quitando las oportunidades, y que ella no se cree con fuerza para creer en un Dios de crueldad, en un sádico omnímodo. Sin embargo, yo no me siento tan lleno de rencor. El 23 de setiembre no sólo escribí varias veces: “Dios mío”. También lo pronuncié, también lo sentí. Por primera vez en mi vida sentí que podía dialogar con Él. Pero en el diálogo Dios tuvo una parte floja, vacilante, como si no estuviera muy seguro de sí. Tal vez yo haya estado a punto de conmoverlo. Tuve la sensación, además, de que había un argumento decisivo, un argumento que estaba junto a mí, frente a mí, y que, pese a ello, yo no podía reconocer, no podía incorporar a mi alegato. Entonces pasado ese plazo que Él me otorgó para que yo lo convenciera, pasado ese amago de vacilación y apocamiento, Dios recuperó finalmente sus fuerzas. Dios volvió a ser la todopoderosa Negación de siempre. Sin embargo, no puedo tenerle rencor, no puedo manosearlo con mi odio. Sé que me dio la oportunidad y que no supe aprovecharla. Quizá algún día pueda asir ese argumento único, decisivo, pero para ese entonces yo ya estaré atrozmente ajado, y este presente más ajado aún.
A veces pienso que si Dios jugara limpio, también me habría dado el argumento que debía usar contra él. Pero no. No puede ser. No quiero un Dios que me mantenga, que se decida confiarme la llave para volver, tarde o temprano, a mi conciencia; no quiero un Dios que me brinde todo hecho, como podría hacer uno de esos prósperos padres de la Rambla, podridos en plata, con su hijito pituco e inservible. Eso sí que no. Ahora las relaciones entre Dios y yo se han enfriado. Él sabe que no soy capaz de convencerlo. Yo sé que Él es una lejana soledad, a la que no tuve ni tendré nunca acceso. Así estamos, cada uno en su orilla, sin odiarnos, sin amarnos, ajenos."

Wednesday, January 24, 2007

"Sábado 24 de agosto

Son raras las veces que pienso en Dios. Sin embargo, tengo un fondo religioso, un ansia de religión. Quisiera convencerme de que efectivamente tengo una definición de Dios, un concepto de Dios. Pero no poseo nada semejante. Son raras las veces que pienso en Dios porque sencillamente el tema me excede tan sobrada y soberanamente, que llega a provocarme una especie de pánico, una desbandada general de mi lucidez y de mis razones.“Dios es la Totalidad”, dice a menudo Avellaneda. “Dios es la Esencia de todo“, dice Aníbal, “lo que mantiene todo en armonía, en equilibrio, Dios es la Gran Coherencia”. Soy capaz de entender una y otra definición, pero ni una ni otra son mi definición. Es probable que ellos estén en lo cierto, pero no es ése Dios el que yo necesito. Yo necesito un Dios con quien dialogar, un Dios con el cual encontrar amparo, un Dios que me responda cuando lo interrogo, cuando lo ametrallo con mis dudas. Si Dios es la Totalidad, la Gran Coherencia, si Dios es sólo la energía que mantiene vivo el Universo, si Dios es algo tan inconmensurablemente infinito, ¿qué puede importarle de mí, un átomo malamente encaramado a un insignificante piojo de su Reino? No me importa ser un átomo del último piojo de su Reino, me importa que Dios esté a mi alcance, me importa asirlo, no con mis manos, claro, ni siquiera con mi razonamiento. Me importa asirlo con mi corazón."

Benedetti, Mario. La Tregua. Madrid: Ediciones Cátedra, 1986. pp. 130-131

Tuesday, January 23, 2007

Entrevista A la primera persona 2006 Alejandro Sanz

Para Juanjo

Tal vez porque a los músicos, inclusive a los que están en cierne, habría que responderles con las palabras de una entrevista a otro músico.
Para las personas queridas y las más cercanas nunca se cambia. Y tú estas entre ellas. Escucha "El tren de los momentos" por mi.


* Tomé ciertas medidas ayer. Desinstalé mi msn, será sólo por un tiempo. No sé cuánto todavía. Igual leeré el correo por las noches y trataré de responderlos a tiempo. Siempre estarán mis teléfonos para cualquier urgencia ¿Vale? El post original te lo envío por e-mail, te explicaré allí. Besos y cariños.

Monday, January 22, 2007

Se acaban de ir hace unas horas pero el corazón todavía esta a punto de salirse. Quiero quedarme, quiero quedarme, dice la pequeña. No quiero irme, le acompaña la más grande. Y para rematar ambas al mismo tiempo: no me quiero ir hoy, todavía no. Sus palabras logran partirme el alma. Tal vez imaginan que un ruego por partida doble puede obrar un milagro, retrasar nuestra despedida. Mauricia diría, eah que te quieren hacer berrinche, a embarcarlas sin más, Ysabel, nada de lagrimones ni rabietas, ni sentimentalismos, practicidad y punto. Eah, adiós y ya está, las despachas y hasta la próxima. No, no es manipulación en absoluto, de verdad quieren quedarse, lo veo en sus ojos, me dejan con el corazón atravesado en la garganta, aún lo tengo atravesado en...
Decenas de carros circulan con relativa calma dominguera la Javier Prado. Taxis por allá, custers por acá, autos de todos los colores, diferentes direcciones y yo todavía allí, hacia ninguna parte. Las vuelvo a mirar ¡Dios! que angustia decirles que no puedo, mirarlas a los ojos y decirles, no puedo, quisiera que se queden pero no puedo. Solo cierro los ojos, las abrazo, no puedo evitar que se me nuble la vista y caigan unas lágrimas a sus espaldas, les digo bajito no se puede chicas. Necesitaría más palabras para explicarles el porqué, hablo un poquito sobre eso, pero ellas ya no preguntan, me escuchan, asienten con los ojos, se quedan calladitas. En unos minutos más, apenas si logran prestar atención a algunas cosas. Miran la pista, ya viene el carro, Ysabel, ya viene el carro. Me abrazan un poco más y me regalan otros besos más, oto besho, oto abasho hasta el infinito. Me siguen partiendo alma. Tal vez intuyan que me harán falta, me dejo besar en las mejillas, en la frente, en la nariz, oto besho, oto abasho. Les devuelvo el cariño, besos, abrazos, como si no las fuera a volver a ver nunca. Dios, si las dejo ir ahora me echaré a llorar, no aún no se pueden ir. Como quien no quiere la cosa les pregunto si pueden irse en el que sigue. Tampoco quiero que se vayan. Ambas se miran, sonríen, aceptan la idea de esperar el próximo microbús, retrasar un poquito más la despedida. Me vuelven a abrazar. Los carros siguen pasando, el sol naranja se ve desde El trébol como si fuera sunset citadino.
No sé si les parezca raro, pero hace rato que empezamos a dejar que el siguiente y el subsiguiente pasen por nuestras narices y nosotras sin pararlos. La Marina, Todo Javier Prado, San Miguel, Callao, gritan los cobradores en el paradero con letreros en la mano. Vale no saber leer hoy, ni siquiera deletrear la palabra Ventanilla... mejor así. Pasan los subsiguientes y como si no nos diésemos cuenta. Saqué un par de notitas que les escribí antes de meterme a la ducha cuando estábamos en casa, no las lean aquí, cuando esten en el carro o cuando hayan llegado a casa, ahora no. Tal vez sea por miedo que les digo eso, prefiero que lean las notitas cuando yo este ausente. Tal vez sea que tengo un poco de miedo al efecto que puedan producir mis palabras allí, mis agradecimientos, algunas confesiones entre líneas, siempre entre líneas. Tal vez sea eso, aunque en realidad no sé qué es. Una de ellas se da cuenta que hace rato que el carro que las lleva a casa ha pasado más de diez veces frente a nosotras. Y si nos da la noche aquí, Ysabel, me interroga sin esperar respuesta. Me mira, se sonríe y me regala un último abrazo que esta vez es largo, profundo. Tengo miedo de soltarla, por eso la abrazo más fuerte, ella también. Sus paquetes descansan a un lado de la banca, se van con unas piezas más, un dolor en la garganta se agudiza y no puedo evitar que se resbalen más lágrimas. Definitivamente no me gustan las despedidas, siempre soy yo la que se queda, siempre otros los que se van. Detesto quedarme, dar media vuelta y quedarme a pensar qué harán en el carro, qué pensarán en el camino. Me habrán olvidado enseguida, apenas di media vuelta hacia mi propio hogar...
Hoy salió el sol todo el día y algo del calor se siente todavía. Ella tiene unos grandes y hermosos ojos de color marrón, las rayitas iridiscentes que a veces parecen verdes, azuladas juguetean con el sol, se aclaran con la luz de la tarde. Ella me dice te quiero como si me regalara una rosa.

Saturday, January 20, 2007

Menino

Hnos. Assad (guitarras) & Yo-Yo Ma (cello)

Monday, January 15, 2007

Monólogo 27

Mantenerse a solas, recobrarse, dejar de ser emocional, todo está en la mente, tratas de sonreír. Tienes que racionalizarlo todo y verás que no hay una lógica ni sentido para permitirle un espacio al estado gris, debes mantenerte alejada de todo lo que te rodea de una realidad virtual, insana, ficticia, dañina, todo lo que reproduzca siempre la misma tristeza, el mismo nombre, los mismos ojos, el mismo rostro... Nicolas...
Lamentarse, si, lamentarse por haber arriesgado tanto y haberse quedado con el saldo en rojo, con las deudas infames que exceden hoy lo que hubiera sido suficiente para sobrevivir a la propia vida. Desnudaste en vano tu propio corazón, tus miedos entre líneas, te avergüenza esa desnudez, la fragilidad que se escribe, se borra, se mutila, se calla, se edita por pudor... Abandonaste las dos pertenencias más importantes de tu vida por causa de un espejismo, una mentira, un mal sueño, un absurdo en el que creías y por el que lo apostabas todo a ojos cerrados... A ojos cerrados...
Tal vez sea eso lo que no te perdonas, ¿no? y lo que callas, como no perdonas los días de insistente garúa este nuevo verano y el dolor espinado de tu último llanto al verlo. Cuando te sientes triste nuevamente, te observas a ojos cerrados, te ves abrazada a Flower en la misma vereda, apoyada en ese bastón que es la amistad que te sostiene. Contabas con las pocas fuerzas que recogiste en ti para ir a ese lugar homicida que destrozó tu corazón para siempre, para siempre, para siempre, suenan esas palabras como el eco en una lápida en la que escribes tu propio nombre.
Piensas en los sueños que aún permanecen, en los pequeños descubrimientos que te roban algunas sonrisas y rescatan momentáneamente tus ojos de la evasión... Se avecina una pequeña celebración para ti, te susurran, deberías alegrarte. Pero no, no hay sonrisas, te permites sufrir tu propio luto a escondidas. Hay libertad en las lágrimas, hay mucho de lo que quisieras decir pero no puedes gritar en voz alta, ni a ti misma ¿A qué lugar se mudo tu alegría?, ¿no hay deseos que pedir?...
Llorar hoy a la que muere con un poco de ti este último día, llorar a la que se va yendo con unos retazos de tu corazón perdido, se va escapando, se va, se va con tus veintisiete... Así es la vida, Marguerite, así es la vida, no hay que llorar, o mejor, hay que llorar un día, una semana, llorar todo lo que haya que llorar, llorar como el Rímac, sufrirse el luto en el alma y luego nunca más, nunca más. Luego levantarse y aprender a ser feliz con los pies en la tierra, con la mirada en alto, con los sueños que faltan materializar en esa tu casa a la que amas tanto.
Has intentado creer, has tratado de volver con una sonrisa refrescada por el mar y lo lograste ¿Qué pasa ahora?, ¿por qué la angustia?, te alegró esa salvación momentánea, ¿no recuerdas? Pudiste hablar por una maldita vez en pasado, sobre tu presente intención de ser feliz a pesar de todo, eah! ¡Ánimo!...
Ánimo, esa palabra estrellada y trillada en la distancia de un suelo inútil. Pasan y pasan los días, pasan los días, tal vez exista una sanación definitiva ¿Dónde, el remedio?
Respiras, logras ver la sonrisa de la de los pies descalzos, blancos, preocupada por ti, por la soledad en tus ojos ¿Estás bien?, no hay respuesta... palabras que no se pronuncian.
Prometiste no volver a penetrar en el mismo hoyo, en el mismo destrozo que siempre produce una misma desolación, un mismo recuerdo para el que inventas una esperanza. Pareces desahuciada... Si fuera tan fácil hallar un remedio... Si fuera tan fácil una realidad celeste como ésta hace tiempo habría dejado de existir y estarías sobreviviendo sin necesidad de un salvavidas, de una fe que a veces parece plástica. Hace tiempo habría sido posible olvidarlo todo, ya no intercambiarías el vaso de vinagre por el de agua, ya habrías aplacado el espasmo que sigue al llanto. Cómo disolver la tristeza, la realidad celeste, amada, comprometida con el corazón que no se vende a nadie. Prometiste no escribir nunca más cartas tristes, ni monologar en voz alta, lo prometiste, ya basta.

Monday, January 08, 2007

Mi primer sunset del año





El sur - Año nuevo





La Valse D´Amelie

Para ti, Betty
El vals de tu película preferida
con todo el cariño del mundo
y en mi primer post del año.
Espero te gusten las imágenes,
las encontré vagando entre dos ejecuciones
de Yann Tierse, en versión de piano y orquesta.

También hay otra aquí , aunque me parece que su espíritu es demasiado triste en ese piano.
Que tu Amelie se quede en la película que yo quiero la Betty linda y sonriente, ¿eh?
Cariñotototes.
Vane
(P.D. Está garuando ahora mismo en pleno verano mientras cuelgo tu post!!! Pero yo sonreiré como esa triste con vocación de felicidad a la que me ha devuelto San Bartolo. Sonríe tú conmigo!!Te quiero mucho y no me importa si se pone celoso Rolando, I loooooooove youuuuuu ;) :D )