Tuesday, October 04, 2005

Estaciones


A menudo necesitamos un poco de tiempo para el olvido, para las tardes necesarias que alejen aún punzantes la presencia del que se ama, para aprender a mirar a otro lado y dolernos menos...cada vez menos, pensamos.
Sin embargo todo sigue allí, como si al corazón le importara poco el paso de las hojas caídas en nuestros parques, los veranos sin sol, los inviernos sin lluvia, las tantas hojas cayendo entre las estaciones pasadas, entre nuestras vidas separadas por un velo que se abre o cierra a su antojo mientras contagia el frio una cobardía interior hacia la nada. Y en tanto, entre una estación y otra, quedan apenas pocos rastros de lo que somos en ausencia, en cada invierno que aún permanece aquí, en esta ciudad que apresura su primavera sin retorno.
Sin importar todo ello, la mirada huye cuando llegas, cuando vuelves, como si te importara poco el tiempo y la distancia. Ciertamente algo desespera pues otra primavera pasa, pero no florecen las palabras, ni los actos, solo el silencio, la huida, el miedo de ver tus pasos y aún de no poder hacerlo ya nunca en este mundo entero que se aquieta en la memoria.