Tuesday, November 08, 2005

Sueños

Acabas de despertarme. Son las seis de la mañana ya.
Desde lejos llegaba tu voz que pronunciaba suavemente mi nombre, Vanessaaaa -decías- y esbozabas una sonrisa en los labios. Gritabas desde la distancia que acababas de... ...
Me sacaste de mi distracción con tu llamado, volví el rostro hacia ti y sonreí mientras me disponía a ir en tu encuentro para escuchar de cerca la noticia que no alcanzaba a escuchar ni a leer en tus labios. Pero entonces tu empezabas a correr, a correr, a correr en una dirección contraria a la mía sosteniendo un papel en la mano. Dejé cuadernos, libros, mi maleta, dejé todo en la única banquita que hay frente a la biblioteca y empecé a correr, a correr, a correr hacia ti como persiguiéndote en un juego de niños en el cual buscas ser alcanzado. Pero mi carrera era lenta, no lograba llegar a ti y comenzaba a relegarme entre una muchedumbre que de pronto salió de la nada y también corría en tu encuentro. Toda esa multitud me hizo perderme. Llegué segundos más tarde al lugar, pero ya no estabas. Y en aquel momento te busqué, te busqué, te busqué cada vez más desesperadamente y no supe hallarte. De pronto un dolor agudo en el corazón me sacó de mi sueño. No es la primera vez que surges sin mi permiso en ellos, pero las otras dos veces no fueron tan dolorosas ni me despertaron con tantas lágrimas en los ojos.