Wednesday, May 24, 2006
Existen canciones que no se cantan
Últimamente se me ocurre imaginar que por fin entablamos una conversación mil veces postpuesta Manuel. A menudo me he preguntado por qué resulta tan difícil decirnos algunas cosas a los ojos, por qué la necesidad de callarse durante tantos años una misma canción que se aclara y opaca, que se torna distinta y luego regresa dañandonos tanto al cambiar de nombre. Mis palabras no son exactamente las que se contrastan con la realidad objetiva que pulula afuera de mi corazón, de esos hechos sé muy poco. Las mías estan hechas de todas aquellas cosas que he callado durante largos años, de todas aquellas cosas que me he empecinado en esconder en este lugar hecho de sangre que llamo corazón y que tú, más que nadie, conoce.
Utilizó estos papeles y algunas cartas no envíadas como si fuesen un borrador transparente de todas aquellas cosas que me hubiese gustado decirte alguna vez, cosas que sé jamás me atrevería a decir si no fueran encubiertas por la excusa de un cuento, una novela o de esa cantidad de papeles escritos que tantas veces he llamado ficción literaria. Sí, encubiertas Manuel para decir y no decir por fín, para decir por completo y no obstante salvarme de la negativa, del miedo a ese riesgo por ser rechazados que tanto compartimos nosotros.
Preguntaste que me hubiese gustado cambiar en mi vida durante este tiempo. Respondí mirando a aquellos bellos ojos negros que posees y que antes me miraban de un modo distinto: tendría que haber cambiado tanto, pero no hablemos de ello. Y volteé mi rostro y callé cobarde, como estilo callar cuando me siento relegada por otra sombra, cómo esa que decías se acercaba a ti ocasionándome ese miedo a perderte para siempre. ¿Tú sabes todas las cosas que hubiese gustado cambiar, o no las sabes?¿Por qué preguntas? Me habría ahorrado mucho dolor sin duda alguna, de haberlas dicho a tiempo me habría ahorrado tanto dolor. Pero nunca supe ni pude arriesgar una amistad como la nuestra Manuel, no se puede, tú nunca pudiste, por qué hacerlo ahora. Y sin embargo, pienso, he pensado tantas veces que hubiera tan fácil por una vez decirnos todo, que resulta necesario decirse todo y dejar de callar, por una vez al menos.
Me gusta y duele tanto haberte visto de nuevo ¿Cuánto tiempo ha pasado? Parece que fue mucho, meses, años, y sin embargo has permanecido tan cerca, tu rostro me sabe tan cerca su lejanía. Me he preguntado que te impide terminar para siempre con el estrés cotidiano, con el cansancio que te aqueja hora tras hora en el trabajo, ese tormentoso trabajo en la oficina que dices sólo yo logro despejar. La vida no la podemos cambiar Manuel y tú lo sabes. A pesar de todo el dolor he aprendido a aceptarla tal como vino, como viene. He sido feliz a pesar de ese todo cotidiano que llamamos vida. Si algún elemento distinto en mi recuerdo se hubiese sucedido, quién sabe no nos habríamos conocido como nos conocemos, ni nos valoraríamos sin fronteras como es nuestro caso, no aceptaría un cambio como ese. Acepto la vida tal como ella vino y trajo tu presencia a mi vida, a pesar de todo el dolor presente durante varios años, a pesar de ese amor que sabes he sentido por Nicolás y del que tanto te he hablado en muchísimas cartas anteriores y en esas otras tantas conversaciones acompañadas de un café Moka, bien dulce como a ti te gusta. El amor me ha hecho trastabillar como una niña inexperta, pero no me arrepiento, si la vida no hubiese sido así quién sabe hoy no te estaría escribiendo estas líneas, ni estarías en mi corazón como su amigable y preferido terapeuta sin sueldo.
Muchas veces, en sueños, me he visto aterrada por la idea de perderte. He despertado y continuó siendo así. Me he sentido sola y huérfana, es cierto; pero nunca sucedió que carecer de tu compañía volviera las cosas mucho peor de lo que han estado. Sí, es cierto, habría cambiado tanto, decidido tantos caminos distintos, pero no puedo volver atrás como si fuera la mariposa de la película aquella. Pero estas vivo Manuel, sigues siendo parte de mi vida y sé que ya no te perderé nunca entre ninguna página, porque estás aquí, entre estas líneas, enredado entre las canciones que escuché mientras pensaba en una sombra amada que nunca me amó, que nunca me ha amado ni buscado, que sólo me ha regalado miradas y palabras y otras grandes mentiras que me tocaron más de la cuenta, que dolieron más de la cuenta. Un corazón dividido en dos, o porque no, en tres, o en cuatro, y si repasamos mi vida, en unos mil pedazos de un tiempo que no volverá jamás pero que yo insisto en instalar aquí, en estas hojas que son mi presente.
Paso mis tardes escuchando canciones estos días. Yo no las busco, te juro que yo no las busco, ellas vienen a mí entre un poema y otro, entre un día y otro, entre una carta y otra, entre un sueño y otro. Hoy que pienso en ti, vuelvo a escuchar esa otra que en algún momento, al comprender tus ojos, empezó a saberme a pena:
"Cuando estes triste y necesites compañía
cuando nada te salga bien
cierra los ojos y piensa en mí
y pronto estaré allí
para iluminar hasta la noche más oscura.
Sólo tienes que decir mi nombre
y estaré donde estes
vendré corriendo hacía ti
Ay, cariño
tienes un amigo"
...
De: Borrones y cartas a Carmen
(pág s.n.)
Mayo, 2006
Utilizó estos papeles y algunas cartas no envíadas como si fuesen un borrador transparente de todas aquellas cosas que me hubiese gustado decirte alguna vez, cosas que sé jamás me atrevería a decir si no fueran encubiertas por la excusa de un cuento, una novela o de esa cantidad de papeles escritos que tantas veces he llamado ficción literaria. Sí, encubiertas Manuel para decir y no decir por fín, para decir por completo y no obstante salvarme de la negativa, del miedo a ese riesgo por ser rechazados que tanto compartimos nosotros.
Preguntaste que me hubiese gustado cambiar en mi vida durante este tiempo. Respondí mirando a aquellos bellos ojos negros que posees y que antes me miraban de un modo distinto: tendría que haber cambiado tanto, pero no hablemos de ello. Y volteé mi rostro y callé cobarde, como estilo callar cuando me siento relegada por otra sombra, cómo esa que decías se acercaba a ti ocasionándome ese miedo a perderte para siempre. ¿Tú sabes todas las cosas que hubiese gustado cambiar, o no las sabes?¿Por qué preguntas? Me habría ahorrado mucho dolor sin duda alguna, de haberlas dicho a tiempo me habría ahorrado tanto dolor. Pero nunca supe ni pude arriesgar una amistad como la nuestra Manuel, no se puede, tú nunca pudiste, por qué hacerlo ahora. Y sin embargo, pienso, he pensado tantas veces que hubiera tan fácil por una vez decirnos todo, que resulta necesario decirse todo y dejar de callar, por una vez al menos.
Me gusta y duele tanto haberte visto de nuevo ¿Cuánto tiempo ha pasado? Parece que fue mucho, meses, años, y sin embargo has permanecido tan cerca, tu rostro me sabe tan cerca su lejanía. Me he preguntado que te impide terminar para siempre con el estrés cotidiano, con el cansancio que te aqueja hora tras hora en el trabajo, ese tormentoso trabajo en la oficina que dices sólo yo logro despejar. La vida no la podemos cambiar Manuel y tú lo sabes. A pesar de todo el dolor he aprendido a aceptarla tal como vino, como viene. He sido feliz a pesar de ese todo cotidiano que llamamos vida. Si algún elemento distinto en mi recuerdo se hubiese sucedido, quién sabe no nos habríamos conocido como nos conocemos, ni nos valoraríamos sin fronteras como es nuestro caso, no aceptaría un cambio como ese. Acepto la vida tal como ella vino y trajo tu presencia a mi vida, a pesar de todo el dolor presente durante varios años, a pesar de ese amor que sabes he sentido por Nicolás y del que tanto te he hablado en muchísimas cartas anteriores y en esas otras tantas conversaciones acompañadas de un café Moka, bien dulce como a ti te gusta. El amor me ha hecho trastabillar como una niña inexperta, pero no me arrepiento, si la vida no hubiese sido así quién sabe hoy no te estaría escribiendo estas líneas, ni estarías en mi corazón como su amigable y preferido terapeuta sin sueldo.
Muchas veces, en sueños, me he visto aterrada por la idea de perderte. He despertado y continuó siendo así. Me he sentido sola y huérfana, es cierto; pero nunca sucedió que carecer de tu compañía volviera las cosas mucho peor de lo que han estado. Sí, es cierto, habría cambiado tanto, decidido tantos caminos distintos, pero no puedo volver atrás como si fuera la mariposa de la película aquella. Pero estas vivo Manuel, sigues siendo parte de mi vida y sé que ya no te perderé nunca entre ninguna página, porque estás aquí, entre estas líneas, enredado entre las canciones que escuché mientras pensaba en una sombra amada que nunca me amó, que nunca me ha amado ni buscado, que sólo me ha regalado miradas y palabras y otras grandes mentiras que me tocaron más de la cuenta, que dolieron más de la cuenta. Un corazón dividido en dos, o porque no, en tres, o en cuatro, y si repasamos mi vida, en unos mil pedazos de un tiempo que no volverá jamás pero que yo insisto en instalar aquí, en estas hojas que son mi presente.
Paso mis tardes escuchando canciones estos días. Yo no las busco, te juro que yo no las busco, ellas vienen a mí entre un poema y otro, entre un día y otro, entre una carta y otra, entre un sueño y otro. Hoy que pienso en ti, vuelvo a escuchar esa otra que en algún momento, al comprender tus ojos, empezó a saberme a pena:
"Cuando estes triste y necesites compañía
cuando nada te salga bien
cierra los ojos y piensa en mí
y pronto estaré allí
para iluminar hasta la noche más oscura.
Sólo tienes que decir mi nombre
y estaré donde estes
vendré corriendo hacía ti
Ay, cariño
tienes un amigo"
...
De: Borrones y cartas a Carmen
(pág s.n.)
Mayo, 2006
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