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Las fotografías pertenecen a la casa de playa de Neruda, una llamada Isla Negra. Confesaré que no sabía de la existencia de este lugar, tal vez alguna vez escuché hablar de ella pero nunca antes había reparado de tal modo en ella como para intentar hacer un viaje y conocerla. Así que fui a conocer esa casa y su casi mítica historia gracias a la recomendación de JuanLuis y Anne el mes pasado, ambos una pareja de esposos e inigualables amigos en Perú. Él un amigo poeta y antropólogo dotado de una extrema sensibilidad por la palabra, una aguda capacidad para escuchar a sus amigas, aconsejarlas y abrigarles el corazón con un gran abrazo; ella una profesional francesa de hermosos ojos azules con un profundo amor reservado para el bueno de Sunna. Conocí gracias a ellos una residencia hermosa, elegante y cimentada con inigualable fortaleza cerca a una inspiradora playa del sur del Océano Pacífico. Los extraño a ambos, a mamá y mis hermanos, a mi país, a las personas importantes para mí, pero supongo que así ha de ser la distancia hasta mi regreso cada que aguardo las comunicaciones semanales de aquellos que quiero y siguen pasando los días.
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