Friday, February 24, 2006

El país al que los hombres entregan su más
profunda lealtad no tiene hemisferio.
Sus límites son carne humana. El pulso su tambor.
El himno su sangre y los sueños sus únicas instituciones.
El amor otorga la ciudadanía, no el nacimiento.
Porque es perfecto: es el país del alma.
Hubert Lanssiers